Esqueletos

[extracto del libro Wild Ways: Zen Poems of Ikkyu (1394-1481), de John Stevens]

Estos finos trazos de tinta china revelan toda la verdad.

Estudiantes, sentaos seriamente en zazen, y os daréis cuenta de que todo lo que nace en este mundo está en última instancia vacío, incluido uno mismo y el rostro original de la existencia. En efecto, todas las cosas surgen del vacío. Esta carencia de forma original es «Buda», y todos los demás términos similares —naturaleza de Buda, Budeidad, mente de Buda, Despierto, Patriarca, Dios– no son más que expresiones diferentes de la misma vacuidad. Malinterpreta esto y acabarás dando tumbos por eones.

Lleno de disgusto y anhelando liberarme del reino del nacimiento y la muerte continuos, abandoné mi hogar y emprendí un viaje. Una noche, llegué a un pequeño templo solitario, buscando un lugar para descansar. Estaba lejos de la carretera principal, al pie de una montaña, aparentemente perdido en una vasta Llanura de Reposo. El templo estaba en un campo de tumbas, y de repente apareció un esqueleto de aspecto lastimero pronunciando estas palabras:

Un melancólico viento de otoño
Sopla por el mundo:
La hierba de la pradera hace olas,
A la deriva hacia el páramo,
A la deriva hacia el mar.
¿Qué se puede hacer
Con la mente de un hombre
Que debería estar clara
Pero, que vestido con una túnica de monje
Deja que la vida pase de largo?

Todas las cosas se convierten en nada al volver a su origen. Bodhidharma se puso en meditación cara a la pared, pero ninguno de los pensamientos que surgieron en esta mente tenía realidad alguna. Lo mismo ocurrió durante los cincuenta años en que Buda proclamó el Dharma. La Mente no está limitada por tales cosas  condicionadas.

Tan profundas cavilaciones me inquietaban y no podía dormir. Hacia el amanecer me adormecí, y en mis sueños me vi rodeado de un montón de esqueletos, que actuaban como lo hacían en vida.

Un esqueleto se me acercó y me dijo:

Los recuerdos
se desvanecen y
No queda nada:
Todos son sueños vacíos
Desprovistos de significado.

Viola la realidad de las cosas
Y balbucea sobre
«Dios» y «Buda»
Y nunca encontrarás
El verdadero Camino.

Todavía respiras,
Te sientes vivo,
Así que un cadáver en un campo
Parece ser algo
Separado de ti.

Me llevaba bien con este esqueleto: había renunciado al mundo para buscar la verdad y había pasado de lo superficial a lo profundo. Veía las cosas con claridad, tal como son. Me quedé tumbado, con el viento entre los pinos susurrándome al oído y la luz de la luna otoñal bailando sobre mi cara.

¿Qué no es un sueño? ¿Quién no acabará siendo un esqueleto? Aparecemos como esqueletos cubiertos de piel, hombres y mujeres, y nos deseamos. Sin embargo, cuando el aliento expira, la piel se rompe, el sexo desaparece y ya no hay ni alto ni bajo. Debajo de la piel de la persona que acariciamos en este momento no hay más que un conjunto de huesos desnudos. Piénsalo: alto y bajo, joven y viejo, hombre y mujer, todos iguales. Despierta a este gran asunto, e inmediatamente comprenderás el significado de «lo no nacido e imperecedero».

Si pedazos de roca
Pueden servir como un recordatorio
De la muerte,
Una lápida mejor
Sería un mortero de té.
Los humanos son seres realmente espantosos.
Una luna solitaria
Brillante y clara
En un cielo despejado:
Aún así tropezamos
En la oscuridad del mundo

Mira bien: sin respiración, desprovistos de piel, y todo el mundo acaba teniendo el mismo aspecto. No importa cuánto vivas, el resultado no va a alterarse. Desecha la noción del «yo existo». Entrégate a las nubes que arrastra el viento, y no desees vivir eternamente.

Este mundo
No es más que
Un sueño fugaz
¿Por qué alarmarse
por su evanescencia?

Tu tiempo de vida está fijado y las súplicas a los dioses para alargarlo son en vano. Mantén tu mente fija en el gran asunto de la vida y la muerte. La vida termina con la muerte, así son las cosas.

Los avatares de la vida
Aunque dolorosos,
nos enseñan
A no aferrarnos
A este mundo efímero.

¿Por qué la gente
Derrocha decoración
En este conjunto de huesos
Destinados a desaparecer
Sin dejar rastro?

El cuerpo original
Debe volver a
Su lugar original:
No busques
Lo que no se puede encontrar.

Nadie sabe realmente
La naturaleza del nacimiento
Ni la verdadera morada:
Volvemos a la fuente
Y nos convertimos en polvo.

Disfrutamos juntos, el esqueleto y yo, y esa mente ilusoria que generalmente nos separa de los demás me fue abandonando poco a poco. El esqueleto que me había acompañado todo este tiempo poseía la mente que renuncia al mundo y busca la verdad.

Muchos caminos parten
Del pie de la montaña
Pero en la cima
Todos contemplamos la
Única luna brillante.

Si al final de nuestro viaje
No hay un lugar
De descanso definitivo,
Entonces no necesitamos temer
Perder nuestro camino.

No hay principio
No hay final;
Nuestra mente
Nace y muere:
¡El vacío del vacío!

Afloja
Y la mente
Corre salvaje:
Controla el mundo
Y puedes dejarlo a un lado

Así es el mundo. Aquellos que no han comprendido la impermanencia del mundo se asombran y aterrorizan ante tal cambio.

Lluvia, granizo, nieve y hielo:
Todos separados
Pero cuando caen
Se convierten en la misma agua
Del arroyo del valle.

Sin un puente
Las nubes suben sin esfuerzo
Hacia el cielo:
No hay necesidad de confiar en
Nada de lo que enseñó el Buda Gautama.

Buda Gautama proclamó el Dharma durante cincuenta años, y cuando su discípulo Kashyapa le pidió la clave de su enseñanza, Buda dijo: «De principio a fin no he proclamado ni una sola palabra», y levantó una flor.

Kashyapa sonrió, y Buda le dio la flor diciendo estas palabras «Posees la Maravillosa mente de la Verdadera Ley». «¿Qué quieres decir?», preguntó Kashyapa. «Mis cincuenta años de predicación», le dijo Buda, «han estado haciéndote señas todo el tiempo, igual que se atrae a un niño a los brazos con la promesa de una recompensa».

Esta flor del Dharma no puede describirse en términos físicos, mentales o verbales. No es material ni espiritual. No es conocimiento intelectual. Nuestro Dharma es la Flor del Vehículo único que lleva a todos los Budas del pasado, presente y futuro. Contiene a los veintiocho patriarcas indios y a los seis chinos; es la base original del ser, todo lo que existe.

Todas las cosas carecen de principio y, por tanto, todo está incluido. Los ocho sentidos, las cuatro estaciones, los cuatro grandes elementos (tierra, agua, fuego, aire), todo se origina en el vacío, pero pocos se dan cuenta de ello. Viento es el aliento, fuego es la vivacidad, agua es la sangre; cuando el cuerpo es enterrado o se incinera se convierte en tierra. Sin embargo, estos elementos tampoco tienen principio y nunca permanecen.

 

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