La gran puerta del budismo

[de Kodo Sawaki]

Me gustaría hablaros de la verdad profunda del zen y del zazen. Por supuesto, zazen no es la posición sentada, ya que esta posición debe soltarse/abandonarse (datsu raku). No debemos apegarnos a la letra de sentarse.

Para que la vida se convierta en religión, la vida debe ser enteramente religión. Si les explico por qué en zazen la vida se convierte totalmente en religión, es porque Dogen explicó claramente en el Shobogenzo Bendowa que «esto (zazen) es la gran puerta de entrada al budismo».

La gente se pregunta a menudo por qué hacemos zazen. En zazen no se hace nada, zazen consiste en intimar con uno mismo. De hecho, hay muchos tipos de intimidad. Por ejemplo, se puede intimar con el sake, con una amante, con el mayún, con el golf. En todo esto, la gente simplemente busca un propósito en los objetos, y no llega a intimar consigo misma en absoluto. Zazen consiste en hacer un esfuerzo, en intimar con uno mismo. Para ver lo que somos, no hay mejor manera que zazen. Cuando estoy en el dojo, hago zazen en silencio, cerrando la puerta.

Un día, fui al barbero y me quedé dormido mientras me afeitaba la cabeza. Cuando me despertó, mi cabeza ya no era la misma de antes.

Me recordó una historia de cuando era niño. Tenía once o doce años y había ido a pasar la noche a casa de mi tía. Cuando me estaba quedando dormido, ella me miró y dijo: «¡Qué cara más encantadora tiene ese niño!» Yo la miré vagamente. Estando en la peluquería, pensé en la cara encantadora que tenía cuando me quedaba dormido. Pero cuando me desperté, mi cabeza no era tan encantadora después de todo. En la barbería, me di cuenta de que nunca sería capaz de verme la cabeza cuando duermo.

Zazen es lo mismo. No entendemos lo que estamos haciendo. Nosotros
sólo podemos hacer zazen. Por supuesto, es un deseo humano y banal querer ver hasta qué punto estamos haciendo zazen. Pero el yo que hace zazen es Buda. Esto es lo que significa convertirse en Buda. Este es el punto esencial de zazen, es decir, la iluminación silenciosa —mokusho– del Zen.