Descubre el camino de los iluminados (y II)

[por Rinchen Gyaltsen, transcripción de los comentarios a Las 37 Prácticas de los Bodhisattvas de Thogme Zangpo, siglo XIV. Primera práctica] Parte II

«Para liberarse del océano de samsara uno mismo y a los demás, ahora que has obtenido con tanta dificultad esta gran barca dotada de libertad y fortuna, la práctica de los Bodhisattvas es estudiar, reflexionar y meditar sin distracción alguna, día y noche».

(Viene de parte I)

Entonces, teniendo lo anterior en cuenta (la premisa de la liberación de todos los seres), el primer paso es reconocer esta oportunidad, que es muy rara y muy poderosa, y que se nos va de las manos si no hacemos algo consciente, algo voluntario, si nosotros no empezamos a crear nuevo mérito, nuevo karma. Teniendo eso en mente, continúa Thogme Zangpo diciendo: la práctica de los Bodhisattvas, la primera práctica, es estudiar, reflexionar y meditar. Después, al final, describe cómo hacerlo.

Pero vamos primero a resumir, porque realmente esta primera estrofa resume todo lo que vamos a ver a continuación. Para resumir lo que es la práctica espiritual, en las tradiciones tibetanas nos apoyamos mucho en Vasubandhu que es uno de los grandes filósofos de la antigua India del siglo VI. En uno de sus tratados que es el más estudiado sobre el Abhidharma, la metafísica budista, comienza diciendo que el desarrollo espiritual en el Dharma consiste en cuatro elementos: conducta, estudio, reflexión y meditación. Conducta es disciplina, es la base, los cimientos, la estabilidad, y luego se inicia un proceso de —estoy tratando de decir mucho en pocas palabras y el vocabulario tiene sus límites— integrar los estados espirituales.

Luego, el primer paso es la adquisición de información y datos a través de la escucha de enseñanzas orales y también por supuesto de la lectura, estudio. El segundo paso es la reflexión, en donde desarrollamos certeza de lo que hemos recibido. Y, luego, tratamos de descubrir esa verdad experiencialmente, usar todo tipo de técnicas, medios habilidosos para tener un encuentro intuitivo con ese estado espiritual y dejar que permee nuestro ser y nos transforme, habitarlo desde adentro.

Esto es muy interesante, porque normalmente no vemos así la meditación. La meditación la vemos como una pequeña categoría de ejercicios mentales, pero aquí estamos definiendo meditación en su contexto más amplio, como cultivar, cultivar la verdad, integrarla de una manera intuitiva.

Voy a hablar un poquito de cada uno de ellos y un poco del del medio, a lo mejor el más desconocido. O sea, el estudio es necesario, pero no es todo, no podemos ser exitosos en nuestro desarrollo espiritual como autodidactas. Es muy valioso, es muy necesario, estar lo mejor educados posible en los tratados filosóficos. Es muy importante, pero tiene ciertas limitaciones. La lectura sirve como una base, pero hay una cierta distancia —¿verdad?— entre tú y el autor. Primero están las palabras entre medias, que eso es ya un reto: comprender lo que otra persona piensa a través de sus palabras y además con tiempo por medio, muchas veces siglos entre tú y ese autor, muchas veces cultura, hay que recorrer miles de kilómetros para llegar a ese escenario. Primero está el estado que ha experimentado, en este caso, Thogme Zangpo, y que después lo expresa de una manera muy precisa, de una manera atemporal. Pero siguen siendo conceptos, siguen siendo un reflejo de ese estado espiritual. Y después se plasma en papel, y luego llega a nosotros, y cuando leemos estas palabras traducidas al castellano, automáticamente buscamos en nuestro registro, en nuestros archivos, ¿qué puede significar libertad?, ¿qué puede significar fortuna?, fortuna… ¿Qué es? ¿Dinero?, ¿una marca de cigarrillos?, ¿qué es fortuna? Hay tantas cosas que evocan las palabras en nuestra mente dependiendo de nuestras experiencias…

Entonces, es muy útil —lo vais a ver desde el Buddha, los maestros, a través de toda la historia– el énfasis en recibir enseñanzas contemporáneas para así tener más pistas, para acceder a ese estado, a esa verdad. Cuanto más cercana en tiempo, en cultura, en vocabulario, es la transmisión del Dharma, más probabilidad —no hay garantías—, pero hay más probabilidad de que vamos a tener más pistas, más señales, una presentación más aproximada a lo que es el estado espiritual. El trabajo es igual, lo tenemos que hacer cada uno de nosotros, pero cuantos más recursos conceptuales mejor.

Entonces, a través del estudio, que puede ser lectura, escuchar enseñanzas orales, puede ser incluso tomar notas, hacer ensayos, hacer diagramas —hay personas que aprenden de diferentes maneras– se nos da una idea, un mapa, un dibujo de lo que es esa práctica, o ese estado espiritual. Y luego tenemos que atravesar un proceso en donde escudriñamos, en donde digerimos esos datos, los procesamos dentro de nosotros y tratamos de que todos tengan coherencia, que todos esos elementos de alguna manera estén —¿cómo diríamos?— en armonía, como si fuera un rompecabezas que se arma y revela una imagen. Entonces, si lo podemos comprender, si podemos comprender, por ejemplo, qué es la meditación —acabo de decir que no es un ejercicio mental, aquí estamos describiendo la meditación como cultivar un estado espiritual o una verdad, tienes esas pistas: cultivar una verdad o estado espiritual, un proceso de integración,.. pistas–, si reflexionas, reflexionas, contemplas esas pistas que has leído y escuchado y tratas de verlas de diferentes ángulos para que esa definición de meditación nueva que estás desarrollando pueda satisfacer amor, desarrollo de amor, el desarrollo de la conducta, el desarrollo de una absorción meditativa, el desarrollo de la sabiduría, si la idea es tan pura, tan correcta, tan ajustada, tan precisa, que funciona en diferentes aspectos del camino del desarrollo espiritual, entonces eso te da más certitud, más confianza de que tienes una comprensión más acertada; no estás —¿cómo diríamos?— repitiendo las palabras de otro. Ahora es algo tuyo.

Entonces, la primera, el estudio, podemos decir que nos da la sabiduría del conocimiento, la reflexión nos da la sabiduría de la comprensión y la meditación nos da la sabiduría intuitiva o experiencial. Es muy difícil ir de la teoría a la práctica exitosamente sin cruzar el puente de la reflexión y la contemplación.

Por lo menos, en esta presentación del budismo Mahayana que todas las tradiciones tibetanas comparten, meditar es cultivar, lo que quiere decir que ya tienes la verdad. Ahora estás tratando de reconocer ese estado desde adentro, experiencialmente, primer paso. Y el segundo, cultivarlo, regresar una y otra vez para hacerlo cada vez más estable, cada vez más natural, y, como dije, que permee nuestro ser.

Entonces, sin esa certeza, sin una visión más afinada, más afilada, más justa, más armoniosa de esa práctica, o de ese estado espiritual, va a ser muy difícil descubrirlo desde adentro.

Una vez que tenemos una introducción a estos pasos, la cualificación que hace al final es muy importante: ¿Cómo estudiar? ¿Cómo reflexionar? ¿Cómo meditar? O sea, ¿cómo desarrollarnos? ¿Cómo crecer? ¿Cómo madurar en el camino?: «sin distracción alguna, día y noche». “Sin distracción”, esta es la peor noticia de todas, es lo peor, el ego no quiere escuchar esto, el ego quiere operar como un león. No sé si habéis visto alguna vez estos documentales de naturaleza en África en donde siguen a un grupo de leones. Ellos tratan de hacerlo interesante, mostrar los episodios más intrépidos, pero la mayoría del tiempo están acostados como el gato de tu casa, panza arriba tomando el sol. El león es un predador ápex —¿no?— está arriba en la cadena alimenticia, por tanto no teme a nadie y come una vez cada tanto. Entonces lo que quiere es descansar días, tumbado, relajado, y, de repente, ver su presa, su comida, lo más cerca posible, correr muy rápido durante sesenta segundos, morderle el cuello, derrumbar a su presa y después comer muy rápido, antes de que vengan las hienas; devorar, llenarse la panza en diez minutos y después estar tumbado tres días más.

Nuestro ego naturalmente tiene ese impulso. Queremos correr muy rápido por unos segundos, capturar nuestra presa, devorarla y después panza arriba tres días. Y el camino espiritual es justo lo opuesto. Creo que fue Patrul Rimpoché quien dio una analogía muy buena que dice: «El practicante del Dharma es como una vaca» —lo opuesto al león–. Está en la pradera comiendo pasto. Hace poquito, tuvimos dos corderitos aquí, siempre están comiendo. Las vacas igual: siempre están comiendo. Masticando, masticando, masticando, mordiendo, mordiendo, mordiendo todo el día, y después por la noche vomitan lo que han masticado y luego siguen rumiando, masticando, masticando, masticando. Entonces, un buen practicante del Dharma debe ser así: ver el Dharma, las enseñanzas espirituales como alimento, como nutrición que se debe extraer constantemente, gradualmente; no es algo que se conquista, no es algo que se devora, es algo que uno introduce constantemente, una transformación, como una vaca comiendo pasto en la pradera.

Entonces, ten desde un comienzo esa idea en tu mente, que el desarrollo espiritual no es algo que se limita a la meditación formal en el cojín, es algo que tenemos integrar en todos los aspectos de nuestra vida, en cada momento, cada situación, cada tarea, cada persona, es una oportunidad bellísima y poderosa para estudiar, reflexionar y cultivar. Normalmente, el estudio se puede hacer en grupo, la reflexión es más individual, aunque hay debates o discusiones con amigos espirituales que pueden ser muy valiosas, y la meditación, ahí sí, cultivar puede hacerse en cualquier momento, en la ducha, paseando al perro, viajando al trabajo, aprovecha todos los instantes para cultivar tu ser. Si queremos resumir: cultivar tu conducta, cultivar tu bondad, tu amor, tu altruismo, tu corazón, cultivar tu mente, viviendo el presente intensamente en todas las oportunidades, y después cultivar tu sabiduría, siendo más consciente de lo que percibimos, cómo nos impacta, las etiquetas, los juicios que surgen de nuestra mente, cómo tratamos de cristalizar, de congelar, de aferrarnos a identidades y a lo que está transcurriendo ahí afuera.

Por tanto, el practicante genuino no es un león: es una vaca.

 

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