El materialismo espiritual (I)

[por Lama Rinchen Gyaltsen]

Hay tantos temas tan valiosos e importantes que debemos mencionar y reflexionar… algunos conocidos, otros nuevos. Algunos van a poner en jaque nuestras creencias y otros van a, simplemente, profundizar en lo que ya sabemos.

Nuestro enfoque en esta sesión de los sábados es la práctica: cómo transformarnos genuinamente y reducir los patrones conductuales, reducir los estados aflictivos, las emociones negativas, reducir el miedo que crea el egocentrismo y reducir la confusión del falso yo.

En otras sesiones hemos hablado de prácticas meditativas, como samatha, como meditar en el amor bondadoso, como purificar el karma, y en esta ocasión pensé que sería interesante, curioso, que podamos mencionar las trabas, los autoengaños que nos pueden desviar del genuino camino. ¡Porque vamos a descubrir que el peligro principal no está fuera de nosotros, sino dentro de nosotros! Con el autoengaño.

Vamos a empezar con lo que ya sabemos y vamos luego al territorio nuevo. Lo que ya sabemos es que, muchas veces, lo que más valoramos en la vida, las cosas que tenemos claras, de repente se esfuman, desaparecen en una tormenta personal. Tienes muy claro el propósito de tu vida, lo que valoras, lo que es bueno para ti a largo plazo y, de repente, algo pasa y pierdes el rumbo, pierdes el norte. Es lo que llamamos “una tormenta personal”. Puede ser una persona muy cercana que te traiciona y, a partir de ahí, se corta esa voluntad, esa generosidad, esa entrega que tenías hacia el prójimo, ¿lo veis? O de repente, yéndonos hacia el otro extremo, tu vida se vuelve exitosa, encuentras la pareja que querías, el trabajo que querías, la casa que querías, tienes buena salud… todo va ¡tan bien! allá afuera en el mundo que te olvidas del desarrollo espiritual. Esto ocurre.

Por tanto, el peligro está en los altibajos de la vida, cuando las cosas van muy bien o muy mal. En esos momentos, perdemos el rumbo, perdemos nuestros principios, nuestros valores y nuestra práctica meditativa personal, ¿no os parece? Pero esto ya lo sabíamos.

Para ayudarnos a prevenir esa eventualidad, tenemos que tener un recurso adicional en esta batalla, por decirlo así, con el ego. Por eso hacemos tanto hincapié en el refugio en Buda, Dharma y Sangha, depender de algo que no nos va a defraudar, que no tiene altibajos, que no depende de circunstancias, de la economía española o de los turistas o de lo que sea. Es algo de fiar. Los estados espirituales nunca te van a defraudar.

Si te refugias en el amor bondadoso, no en la idea, en la experiencia del amor bondadoso, pase lo que pase no te va a defraudar. El equilibrio meditativo en la verdad última nunca te va a defraudar. Todo practicante genuino debería reducir las dependencias allá afuera en el mundo y depender de lo divino, de lo sagrado, de lo espiritual… la expresión budista de Buda, Dharma y Sangha. No quiere decir que tengamos que ser un ermitaño. Tenemos que estar en el mundo, pero no necesariamente ser parte del mundo: relaciones sanas, comida sana, economía sana, pero sin dependencias, sin adicciones.

Para ayudar a no desviarnos hacia lo mundano, en el Dharma se nos explica que hay ocho propósitos, ocho motivaciones, ocho estrategias que tiene el egocentrismo para conquistar la felicidad. Lo hemos tocado en algunos cursos, cuatro pares:

  • Buscar adquisiciones, bienes, adueñarse de terrenos, de libros, de conocimiento, de amigos… todo. Tener más. Cuanto más tenga, más valgo, más soy, más seguridad tengo. Y su pareja: luchar contra la pérdida.
  • Buscar placer. Confundimos muchas veces placer con felicidad. Y, de otro lado, evitar la más mínima incomodidad que nos pueda exigir el desarrollo espiritual o la práctica espiritual.
  • Buscar destacarnos, ser importantes, llamar la atención. Y su pareja: luchar contra el anonimato, contra el servicio altruista en secreto.
  • Buscar personas que nos alaben, que nos quieran, que nos mimen. Y, por otro lado, luchar contra toda crítica, aunque esta pueda ser muy valiosa, constructiva.

Esto nos resulta obvio, ¿verdad? Esto también lo tenemos claro. Estamos aquí por esa razón. Intuimos que no podemos ser exitosos simplemente allá afuera, en el mundo, que la felicidad genuina no depende sólo de logros fuera de nosotros, requiere desarrollo personal, requiere descubrir finalmente quiénes somos.

Un comentario en “El materialismo espiritual (I)

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